Aprendiendo de Norma y Víctor
Publicamos dos cartas recibidas de Xalapa, Veracruz, una de las más recientes y pequeñas comunidades de México.
No quiero perder lo que ha sucedido hace algunas semanas viendo la película Francesco con los chicos de doce a quince años con los que trabajo. En este tiempo, que ha culminado en las vacaciones del puente de mayo y en las confirmaciones, he podido proponerles muchas cosas que había “guardado” –algunas películas o la lectura de partes del Miguel Mañara hecha por ellos– para no desperdiciarlas prematuramente. En los últimos meses, en efecto, nuestra amistad ha gozado de una gran estima y atención sobre todo por parte de quienes empezaron el año pasado y han madurado en sensibilidad e inteligencia. Durante la cena que suele seguir a la peli se notaba que algunos chicos que llevan poco tiempo con nosotros se habían despistado bastante, no se habían enterado de casi nada. Norma, sin embargo, empezó a explicar paso a paso los puntos cruciales y significativos. Algunos quedaron literalmente “flipados”, como ellos suelen decir. ¿Por qué todos hemos mirado lo mismo y sólo ella ha visto?, se preguntaron. Ella misma quiso explicarlo: «Se me hizo una propuesta y en primer lugar me fié. Luego, antes de acudir al encuentro, pensé: tiene que servirte para aprender algo, para crecer. Y durante la peli, me preguntaba: ¿Qué significa? ¿Qué tiene que ver con mi vida? ¿Qué me enseña? Los demás, yo incluida, “flipamos” todavía más. Víctor, que el año pasado participaba en nuestro grupo y ahora está con los bachilleres, siempre ha sido un “calienta-cabezas” de primer nivel, súper vivaz, dificilísimo de “domar”. Sigue siendo “Víctor”, pero es cierto que ha cambiado. Al terminar la proyección, haciendo referencia a algunos chicos que habían venido por primera vez, me dijo con cara de desprecio: «¡Pero, qué gente tan rara está contigo!». ¡Justo él me lo decía! «Víctor, ¡¿te has olvidado de cómo eras tú, de cómo eres muchas veces!?». Este episodio sencillo me hizo pensar ante todo en lo que dice el Papa sobre la paciencia de Dios: necesitamos ante todo de la paciencia de Dios y sólo el reconocer que somos objeto de ella nos permite tener una mirada nueva sobre el otro. Víctor me hizo reflexionar sobre la virginidad que siempre se me pide aprender: se vive una relación de verdadera paternidad, “sientes” al otro, sufres sus resistencias, gozas de su florecer y... lo dejas ir. Con otras palabras, como, exagerando a propósito, a veces les digo cuando me meto con ellos: ¡llegan con las neuronas todavía a estrenar y, hecho el rodaje, tengo que empezar con otros!
Marilú, Xalapa Veracruz (México)
P.S. Norma en la cena del pasado viernes quiso cantar una canción que había aprendido cuando vivía en Paraguay para expresar lo que habían significado para ella estos amigos. He aquí la letra.
Amar a quien no conoces
Conocí el movimiento hace tres años, cuando por motivos de trabajo de mi esposo nos trasladamos a vivir a Italia. Allá conocimos a un grupo de personas que vivían un tipo de amistad extraordinaria. Ellos me explicaron que lo que nosotros veíamos era fruto de un camino que habían recorrido juntos desde hacía varios años. Llegado el momento de regresar a México, me regalaron dos libros con una dedicatoria que decía: «Si quieres continuar nuestra amistad, lee estos textos y contacta CL en tu país». Yo no comprendí en ese momento ni el contenido de los textos –El sentido religioso y Los orígenes de la pretensión cristiana– ni la dedicatoria. ¿Cómo nuestra amistad iba a florecer a través de otras personas? ¿Cómo la lectura de esos textos iba a generar una amistad así? Ahora comprendo que mi amistad con los amigos de Italia se ha fortalecido por una conciencia insospechada de pertenencia a la Iglesia. Viendo los funerales de don Giussani, nosotros por TV y ellos presentes en Milán, haciendo Escuela de comunidad, leyendo la revista Huellas, el milagro de la unidad con ellos y con otros que ni siquiera conozco, ha sido una realidad en mi vida. Elegimos una ciudad para radicar en México buscando que hubiera en ella “alguien” de CL. Mi familia y yo quedamos muy impresionados al conocer a una familia perteneciente al movimiento que ya nos estaba esperando con ilusión y con una hospitalidad tan grande como la misma familia. ¿Cómo puede uno sentir simpatía, aceptación, amistad, por alguien que aún no conoce? Al salir de la cena que Marilú, Luis y sus seis hijos nos ofrecieron en su casa, mi marido me comentó: «Se ve una familia unida, cálida, diferente» y yo recordé: «Si, como nuestros amigos de Italia». Esa noche Marilú me dijo emocionada: «Tenemos Papa; amémosle desde ahora» antes de saber quién sería. Aprender a abrir así nuestro corazón es algo que deseo para mí y para todos mis seres queridos, que ahora incluyen a todos los que buscan “el camino”, que es Cristo, porque todo lo que hacemos va encaminado a Él.
Silvia, Xalapa Veracruz (México)
¿Puede ser violenta la igualdad?
A priori parecería que no. Sin embargo, no hay nada que haga sentirse a uno más violentado y agredido que no ser reconocido por su propia originalidad, en su diferencia. Reconocer la diferencia evidente no es discriminar. Reconocer que el hombre y la mujer son distintos –física y emocionalmente– no es discriminar a ninguno, sino la posibilidad de comenzar a valorar a los dos. Reconocer que el matrimonio entre hombre y mujer es algo diferente a las uniones de personas del mismo sexo no es discriminar a nadie sino la posibilidad de comenzar a valorar cada tipo de unión, empezando por su denominación. Eso sí, decir que son lo mismo es una violencia que arremete y agrede a la convivencia civil y al bien común. Una violencia que no reconoce ya el valor de ninguna de las dos, donde todo es relativo y, por tanto, carente de valor. Tan violento puede ser no tolerar la igualdad como imponerla. Es violento no reconocer los mismos derechos al hombre y a la mujer, el mismo valor en el hombre y en la mujer, las mismas oportunidades de llegar a tener un empleo digno o de estudiar en ambos. Pero igual de violento es querer ocultar la diferente riqueza y complementariedad que suponen un padre y una madre para sus hijos, o el déficit educativo que –más allá de casos particulares que los hay en todos los ámbitos– supone la falta de una de esas dos figuras.
Ramón, Madrid (España)
Nueva suscripción
Conocí el movimiento de Comunión y Liberación hace dos años por medio de la asociación Puntos Corazón con quienes colaboré en Honduras y Brasil. Hacíamos Escuela de comunidad a veces con textos procedentes de la revista Huellas, lo cual nos ayudaba mucho a dar sentido a lo que vivíamos allí. Por ello, estoy muy interesada en seguir estas lecturas a través de la revista.
Keny Alas, Ciudad Merliot (El Salvador)
Estimada Keny, a través de Huellas seguirás recibiendo esas palabras que te ayudan a «dar sentido» a lo que vives. Ojalá puedas encontrar también en tu ciudad personas que compartan contigo estas mismas palabras y la experiencia que expresan.
La redacción de Huellas
Peguerinos 2005
Ayer, hablando con mi hija Marina de 10 años, que acaba de regresar del campamento de Peguerinos, me daba cuenta de que no es sólo que lo haya pasado fenomenal, sino que empieza a decidir lo que le gusta y lo que no, las actitudes que le van más y las que, por el contrario, no le van en absoluto. Es el comienzo de una capacidad de emitir un juicio de valor sobre lo que vive y se le propone. Hoy Carmen llegó a la sede con el periódico El Mundo en la mano y, simplemente con echar un vistazo a la portada, podía entender las razones de su tristeza: ver cómo se consigue manipular a la gente en cuestiones tan elementales para la vida. Le conté enseguida lo de Peguerinos y juntas nos dábamos cuenta de que es necesario que existan lugares donde seamos educados en distinguir lo que hace crecer a la persona y lo que no. No puedo dejar de escribiros para agradeceros una y mil veces el que deis vuestra vida por ayudarnos en nuestra tarea de ser padres, de acompañar a nuestros hijos. Por cuestiones de trabajo no he podido ir al campamento, pero contad conmigo para lo que necesitéis: excursiones, salidas, cenas... Gracias también a todos los educadores que han ido y no conozco personalmente. Ya me ha dicho Marina que no son monitores, sino verdaderos amigos.
Gloria, Madrid (España)
Niebuhr, Giussani y la tesis
Os cuento lo que me sucedió con el profesor que dirige mi tesis. Premisa: el argumento es delicado (la crítica del pacifismo en Reinhold Niebuhr, el teólogo americano que don Giussani estudió en los años sesenta) y llevo un año trabajando en él. Mi profesor pertenece a un sector de pensamiento muy distinto al mío, colabora con la revista de extrema izquierda El Manifiesto. Al final de la mañana del día 23 de febrero estaba yo delante de su despacho para que me devolviese corregido el segundo capítulo y para entregarle el tercero (el último) y la introducción. Me comentó que el segundo capítulo no le había convencido y me dijo «Sé que su deseo sería licenciarse en marzo, pero el planteamiento conceptual no me convence. Falta la crítica a la crítica del pacifismo de Niebhur». Le planteé que me diese tiempo para revisar el capítulo siguiendo sus indicaciones: «Déjeme, por favor, un día más y se lo devuelvo en la recepción de mañana por la tarde». Me paró en seco y me espetó: «Pero, usted ha estado ya en Milán...?». Entendí enseguida a qué se refería, pues don Gius había fallecido el día anterior, y le contesté: «Si tengo que estar aquí a las dos, no puedo estar a las tres en Milán. Pero puedo hacerlo, no se preocupe... de verdad. Si Giussani estuviese aquí, creo que estaría de acuerdo con que cumpliera con mi trabajo». Me miró a los ojos: «Mire, don Giussani para mí no era nadie especial, le soy sincero, jamás me interesó leer lo que escribía o saber de lo que hacía. Pero para usted, estamos hablando de un padre, de alguien que está en la raíz de su experiencia». Luego, señalando las páginas de la tesis en su escritorio: «Sin duda es un paso importante para su vida, pero de ninguna manera tan importante como lo que ha pasado en estos días. Por favor, baje mañana a sus funerales y llévele también mi saludo». Me quedé callado sin saber qué decir. Se me hizo un nudo en la garganta... Por sus palabras, paradójicamente, comprendía mejor el alcance de lo que me estaba perdiendo. Al final me preguntó si le conocía personalmente. «No», contesté. Y él: «Yo en cambio le conocí hace treinta años en la Universidad Estatal de Milán. Participaba en un encuentro, si no recuerdo mal, y nos presentaron conocidos comunes. Teníamos ambos treinta años menos y el tono de nuestra conversación fue muy encendido. Recuerdo que me dijo a modo de augurio: “Ya lo verá, también para usted llegará el momento”». Al salir del despacho quise contar a mis amigos cómo, de manera imprevista, acababa de suceder algo nuevo que había hecho añicos otra vez mis esquemas.
Leonardo, Bergamo (Italia)
Una victoria sobre la nada
Hace unas semanas me examiné de unas oposiciones que llevaba tiempo preparando. Al día siguiente al de la publicación de las calificaciones, en las que obtuve una buena puntuación, me enteré de que mi abuela, que llevaba tiempo ingresada a causa de una enfermedad del hígado, sufría una insuficiencia de la que no pudo reponerse, y en la madrugada de un sábado falleció. La sencillez con que ella se nos ha ido ha sido lo que más me ha llamado la atención, porque en los últimos meses, ella, que no vivía la fe, se acercó a Cristo a raíz de la unión que tenía con mi madre. Mi madre, que estuvo con ella hasta el final, nos contaba que ella se sentía feliz por el cariño que recibió no sólo de su hija sino también de sus nietos. «Cuando me muera, vas a descansar enormemente, porque me has tratado como nadie lo ha hecho en muchísimo tiempo», fueron de las últimas palabras que dijo. Entendí que fue gracias a esa relación por lo que mi abuela empezó a recibir los sacramentos en los últimos meses. Recibió la Extremaunción y se reconcilió con Cristo, pues llevaba muchos años alejada de la fe. La muerte de nuestra abuela Águeda ha sido un signo claro del milagro que Cristo ha operado en nosotros. Ha generado, desde que vino a vivir con nosotros, una unidad en la familia, cada uno con su temperamento y su forma de vivir el cristianismo, pero siempre con una atención a aquella mujer anciana a la que teníamos un afecto especial, porque era la única abuela que teníamos. El acercamiento de mi abuela a Cristo en estos últimos meses ha sido un signo de Su victoria sobre la nada.
Paco, Madrid (España)
El drama de la libertad
Cuando alguien empieza a tratarte con un respeto por todo lo que eres y por lo que te apasiona (el grupo de rock, mi trabajo como ingeniero mecánico) te sientes generado. Así entiendo que la virginidad es la maternidad y la paternidad con la que me han tratado. Es una gracia inmerecida que me llena de agradecimiento. A lo largo del día hay momentos en los que el trabajo me pesa, pero entonces me doy cuenta de que es dramática la condición de la libertad: no estar sometido a mi punto de vista, al sentimiento o a la opinión, ser libre ante lo que no va como pienso yo, implica un desgarro a veces duro. Pero si fijo la mirada en esa gracia inmerecida que sigue viva en mí, que sigue presente, me encuentro más libre y capaz de aprovechar la oportunidad buena o mala que tengo para crecer en humanidad.
Davide, Téramo (Italia)
En la frutería de Ciro
Acabo de volver del trabajo. Escucho algo de música y me pongo a leer Huellas: «La caridad es la ley del ser». Me acuerdo cuando, siendo estudiante, iba a la caritativa a un asilo de ancianos en mi pueblo. Era tanta la alegría que teníamos por ser amigos y compartir el sentido de la vida que íbamos a ofrecérsela a otros. Yo me acerqué al movimiento a través de la amistad con Ciro, durante todo el tiempo de estudio en la universidad. Ciro trabajaba en su frutería y se levantaba al alba para ir al mercado a comprar la mercancía. A veces iba a la tienda y le ayudaba o le entregaba los pedidos a domicilio con mi Vespa. Sus parientes me preguntaban por qué trabajaba gratis. Otros comentaban: «Estos son uña y carne, lo comparten todo». Hoy, que el trabajo absorbe mi tiempo casi por entero, al volver de los Ejercicios en Rímini compruebo cómo la caridad es lo que más me corresponde, y necesito volver a participar en un gesto de caritativa. Porque la satisfacción no viene del éxito profesional: lo que satisface es la familiaridad con el Misterio.
Un ingeniero de Nápoles
Navegando por Internet
Nuestra pequeña comunidad de Filipinas ha tenido recientemente la alegría de pasar un día de retiro con el padre Ambrogio Pisoni. Junto con él, el alma de la preparación y de la realización del retiro ha sido la infatigable Malou. Entre otros, asistieron una pareja de novios de Mindanao, Romel y Luz, y un simpático joven de Cebu, Gabriel, que conoció CL navegando por Internet. Le llamó la atención lo que leyó en nuestra página web, escribió a la dirección de Malou y acudió al retiro donde nos conoció “en carne y hueso”. Incluso para uno como yo, que conoce CL desde siempre, resulta llamativa su familiaridad con las palabras cristianas y su pasión por la lectura. Me recordó a don Giussani cuando empezó el Studium Christi en el seminario. En un momento dado, sentí ternura cuando expresó su necesidad de ser guiado para orientarse en tantas lecturas y sugerencias fascinantes. En todo lo que pueda le ayudaré, aunque, la verdad, no vivo a la vuelta de la esquina.
P. Giuseppe Carrara, Filipinas
Una profunda unidad
Publicamos un comentario al texto de don Giussani «El sacrificio mayor es dar la vida por la obra de Otro» (cf. Huellas abril 2005), que Gustavo Clariá, un responsable del movimiento de los Focolares en América Latina, envió al periodista Alver Metalli que se lo había hecho llegar.
Querido Alver: Finalmente encuentro el tiempo para decirte lo que me suscitó la lectura y meditación del hermoso y profundísimo texto de don Giussani que me diste. Pido disculpas si tomo algunas frases y no todo (como correspondería, pues ¡cada palabra es oro!) y si mi comprensión es limitada o está ligada a la espiritualidad que trato de vivir. Primero un comentario global: me pareció totalmente profética (hasta el “Benedictus”, hoy no logro separarlo del nombre elegido por el Papa Ratzinger), su herencia espiritual para los siglos, y que es luz para cada carisma brotado del Espíritu Santo para bien de la Iglesia entera y de la humanidad.
«El mayor sacrificio es dar la vida por la obra de Otro». Lo siento bellísimo, dentro de la lógica trinitaria de la reciprocidad. Así como Jesús vino «no para hacer su voluntad» sino la de su Padre y dio la vida por la obra de “Otro” (según la economía de la salvación), también “sus amigos” la dieron por Jesús. Así Giussani dio su vida por la obra que Dios le confió y genera esa respuesta consecuente en cada uno de los hijos de su carisma.
«Que un nuevo huésped se añada a nuestro encuentro concorde». Que la unidad sea el sujeto protagonista de la historia me parece evidente, pues es Jesús mismo, Señor de la historia. Es una gracia gratuita, pero por Él prometida, «quienes quiera y como quiera que seamos», pues Jesús no indicó condiciones o categorías cuando dijo: «Donde dos ó tres están reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos» (Mt, 18, 20).
La comparación con la frase de Cristo: «Nadie ama tanto a sus amigos como el que da la vida por ellos» (Jn, 15, 13), me transmite la altísima medida del amor que debemos brindarnos, y don Giussani es un testimonio de esa medida; creo que quienes lo conocieron o se sintieron por él amados podrían suscribirlo.
«Toda nuestra vida es para el movimiento». Lógico, pues se trata de una obra de Dios, «dar la vida por la obra de Otro». Un obra divina ligada a instrumentos con “nombre y apellido”, con un origen específico y no genérico, porque el amor del Dios cristiano se manifiesta siempre en modo personal, en un momento determinado de la historia (como la misma Encarnación del Verbo). De allí la importancia de permanecer bien unidos a la fuente, aún a riesgo de expresar una interpretación propia del carisma, con el tremendo peligro de abrir grietas en los cimientos.
«Cada cual tiene responsabilidad del carisma; cada cual es causa del declive o del incremento de la eficacia del carisma». ¡Qué responsabilidad! (“gravísima responsabilidad”). Me hace venir a la mente la parábola de los talentos. Y el carisma, si es genuino, es un don para la Iglesia de Dios y en la sociedad de hoy.
Espléndida la síntesis de la definición del carisma de CL: el anuncio del amor de Dios, que en su infinita bondad (mientras éramos todavía pecadores) se hizo hombre; que este “Hombre” está presente en la comunión (unidad, en cada vez más amplios círculos concéntricos, hasta «que todos sean Uno en Cristo»); y que en ese Hombre (Jesús-Hombre-muerto y resucitado), cada hombre y mujer, como la humanidad entera, encuentran su designio realizado.
«Cada uno puede hacer lo que quiera del carisma y de su historia». ¡Fuerte! En el fondo, Jesús Eucaristía se dona a todos, y cada uno puede hacer de Él lo que quiera, también dejarse transformar en Él mismo. «Seguir el carisma se mide por la generosidad personal, en la que se funden capacidad, gusto, temperamento». El carisma ayuda a alcanzar el designio de cada uno, a alcanzar la santidad, que es la voluntad de Dios para cada cristiano.
«Cada uno de nosotros, en todos sus actos, debe preocuparse de confrontar los criterios de su obrar con la imagen del carisma tal y como brotó en los orígenes de la historia común». Volver siempre a la fuente, a los orígenes, pues si no podemos tomarlo como «pretexto y motivo para hacer lo que uno quiere… La mentira es sinónimo de pecado; por eso es una traición». ¡Muy fuerte! «Tenemos que hacer de esa comparación (con el carisma original) un hábito, habitus, una virtud. Ésta es nuestra virtud: comparar todo con el carisma original». ¡Bellísimo, ser el carisma vivo!
«Yo puedo desaparecer, pero los textos que dejo…y la línea de personas indicadas como referencia es lo más vivo del presente, porque un texto puede también interpretarse». Me sugiere la frase de Jesús: «Quienes a ustedes escuchan a mí me escuchan». «Hablar de un carisma sin historicidad es no hablar de un carisma católico». Basta ver la historia misma del cristianismo desde su nacimiento, con un fundador, un tiempo específico, personas con nombres reales, hechos concretos que quedaron escritos.
Gustavo E. Clariá, Asunción (Paraguay)
Avisos
Archivo
Todos los que quieran hacer llegar al Archivo histórico del movimiento escritos, fotografías, grabaciones de audio y vídeo relativos a encuentros con don Giussani y a la vida del movimiento, pueden contactar con el Archivo de CL al n. 0039 02/28174225 o enviar un correo electrónico a la dirección:
clarchivio@comunioneliberazione.org
Cementerio Monumental
(Pza. Cementerio Monumental, Milán)
Tel. 0039 02/88465600
Horario cementerio
de martes a domingo
8.30 - 17.30 (hay que salir un cuarto
de hora antes del horario de cierre)
lunes cerrado
Horario Misas
Iglesia (en el interior del
Cementerio Monumental)
Festivo 10.00 / 11.30 / 16.00
Laborables 9.00 / 10.00 / 11.15
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón