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Huellas N.2, Febrero 2005

CL Mallorca / El Sentit Religiós

Un compromiso con la vida entera

Catalina Cirer

Un extracto de la intervención de Catalina Cirer, Excelentísima Alcaldesa de Palma de Mallorca, en la presentación del libro

Quiero que mis primeras palabras sean de agradecimiento por haberme invitado a la presentación de este libro y a compartir un acto de aniversario. Y especialmente quiero agradecer el gesto de un compañero del Banco de Sabadell, que me ha dado la oportunidad de estar hoy aquí. También agradezco como Alcaldesa que se lleve a cabo en Palma la presentación de la edición en catalán de El Sentit Religiós.

Hasta hace unos pocos meses desconocía la existencia de este libro y no sabía que Comunión y Liberación celebra su 50 aniversario, a pesar de que su implantación en nuestro país y en nuestra isla es importante. (...)
Nunca en un libro había encontrado recopilados con tanto detalle los pensamientos, ideas y reflexiones de personas tan divergentes como Shakespeare, Kafka, san Agustín, Tagore e incluso Lenin, Platón y Kant, que ayudan al autor, monseñor Giussani, a reflexionar sobre gran cantidad de temas –la moral, la duda, Dios, la fe, la religión, el hombre, las relaciones...– que configuran la compleja y difícil estructura del ser humano. (...)
Me gustaría compartir con todos ustedes fragmentos con los que me siento identificada pues forman parte de mi existencia, a pesar de que no tengo ninguna vinculación con el movimiento Comunión y Liberación. Porque el autor deja muy claro en esta obra que se va a centrar en investigar el sentido religioso, pero desde la experiencia personal de cada uno de nosotros. Y dice en el libro: «Es sobre mí mismo sobre lo que debo reflexionar».

Esta afirmación me llevó a pensar en muchas cosas; sobre todo me hizo constatar la necesidad –al menos la mía– de insistir en la autocrítica constante, a la que creo que debemos someternos todos. El hecho de ser creyentes no nos convierte automáticamente en buenas personas. El hecho de acudir a misa los domingos y de haber sido bautizados no nos hace mejores que otros que no confiesan nuestra religión. Es un ejercicio diario que siempre debemos revisar. Como muchos de los que estáis aquí, yo he seguido una metodología de grupo dentro de la Iglesia y me cuesta también vivir la realidad al margen de un grupo. Y es que éste es para mí un instrumento primordial para hacer un intento por mejorar y hacer explícito el compromiso diario con uno mismo y con los demás. (...)
Una palabra que me parece esencial que es el “compromiso”. Y el libro nos habla de forma muy clara de ello, y no de un compromiso cualquiera, sino de un compromiso con la vida, de un compromiso total, sin excluir ningún aspecto vital de la persona. Tengo claro que posiblemente hoy no estaría aquí como Alcaldesa si no hubiera sido capaz de asumir un compromiso, no sólo político, sino un compromiso más importante, que no me viene de hace dos días, sino de hace mucho tiempo.

Cuando tuve clara mi condición de creyente, tuve claro que Dios, mi Dios, Jesús, el Jesús del Evangelio, era exigente. Yo tenía el don de la fe, y entiendo que la fe es un don y que posiblemente soy una privilegiada porque no lo tienen todos los que lo quisieran tener. Pero esta fe no era comodidad, sino exigencia diaria. Yo tenía “el deber” –y os lo digo entre comillas para que no se mal interprete– de cambiar el mundo. No el mundo de los cinco continentes y de infinidad de países y personas, sino mi pequeño entorno. Y hacerlo mejor, lo que implica saber estar cerca de los demás, saber servir a los demás, pero sin descuidar mi entorno más próximo, que es mi familia. Significaba dedicar todo el tiempo del mundo, en este caso a mi ciudad, sin dejar de lado las ocupaciones diarias como persona corriente: padres, deporte, amigos, hijas, vecinos. Pero sobre todo implica, implicaba y continúa implicando, no hacer nada a medias (...) y hacerlo de una forma especial, que es con total libertad. (...) Cuando me levanto por la mañana, nadie me tira de la oreja para obligarme a hacer determinadas cosas. Yo asumo el compromiso porque lo quiero hacer. Y tal y como dice monseñor Giussani, la libertad es la experiencia de la verdad de nosotros mismos. Y más aún, la libertad es la capacidad de Dios.

Recuerdo unas palabras de una monja de clausura, Sor Nati, que es muy dulce y muy simpática. Ella me vio en uno de aquellos momentos en que pasas ciertas dificultades, no físicas sino de espíritu. (...) Supongo que sor Nati me vio la cara, que es el reflejo del alma, y entonces me dijo: «Después de todo, Catalina, ¡siempre, siempre el Señor!». Es una frase muy simple. Y esto me dio cierta paz y entendí que era cierto. Que yo estoy convencida de que Dios es, por encima de todo, Amor y nos quiere y pase lo que pase está y siempre estará a mi lado. Saber esto me hizo más fuerte, pero también más responsable. Ya que Él no me falla ni me fallará nunca, yo tampoco le puedo fallar a Él. Y de rebote –es así nuestro Dios– tampoco puedo fallarles a los que tengo a mi lado.
Y yo tengo claro que quiero ser un instrumento suyo, una buena amiga, posiblemente una buena hija, de la que no tenga que avergonzarse. Y no hay nada más fácil que esto. Pero también todos sabemos que no hay nada más difícil. No obstante muchos de los que estamos aquí tenemos el privilegio de haber constatado que el intento diario para conseguirlo vale la pena.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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