Lo mejor del verano es que se trabaja en serio. No es que durante el curso uno se dedique a no hacer nada, está claro, pero en julio y agosto, cuando las obligaciones disminuyen y los compromisos aflojan su presión, crece el reto directo a la libertad personal. Como nos recordaba don Giussani, éste es el “tiempo de la libertad”, «cuando cada uno toma iniciativa y se compromete en primera persona con lo que reconoce más valioso para su vida».
En este compromiso libérrimo, que afecta al comer y al divertimento, al canto con los amigos y a la admiración por la montaña o por el mar, está lo mejor de las vacaciones. Ningún aspecto del tiempo libre es ajeno a esta posibilidad de disfrutar plenamente, de encontrar lo que de verdad nos da descanso y nos hace «respirar a pleno pulmón», como también decía Giussani hablando de las vacaciones. No hay ninguna circunstancia que no «forme parte del diálogo personal con el Misterio presente», con tal de que la vivamos seriamente y la miremos hasta el fondo.
Por ello, las vacaciones son una oportunidad y, para aprovecharla, necesitamos algunos instrumentos. En primer lugar, los Ejercicios de la Fraternidad que nos acompañarán más allá de septiembre. Luego, alguna buena lectura que encontraréis sugerida en estas páginas. Y, en particular, la lectura de la tercera encíclica que Benedicto XVI acaba de entregarnos en este comienzo de verano: Caritas in veritate. Es una “encíclica social” que habla de trabajo, economía y desarrollo partiendo de un punto firme sobre el que se cimienta todo lo demás: «Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe (...). Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente». Caridad y verdad. Razón y fe.
En definitiva, un «camino del conocimiento», como dice al comienzo el Papa y retoma constantemente. En las últimas páginas nos remite de manera singular a otro “instrumento de trabajo” para el verano. «Conocer no es sólo un acto material, porque lo conocido esconde siempre algo que va más allá del dato empírico. Todo conocimiento, hasta el más simple, es siempre un pequeño prodigio, porque nunca se explica completamente con los elementos materiales que empleamos». Todo conocimiento es siempre un pequeño prodigio: “un acontecimiento”. Es lo que el Meeting de Rimini aborda este año celebrando su XXX edición. ¿Cómo no disfrutar de unas vacaciones así?
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